La Iglesia Vasca ha sido a lo largo de los tiempos un elemento de influencia decisiva en el devenir de la sociedad, teniendo en cuenta el componente religioso impregnado en la misma. Si la semana pasada nos remontamos a la época de las guerras carlistas y nos centramos en la historia del «Cura de Santa Cruz», en donde vimos como un cura guerrillero intervino en el desarrollo de las guerras carlistas con el lema » Dios y Fueros», esta semana nos centraremos en otros aspectos de esta influencia, dejando de lado tanto la guerra civil como el nacimiento de ETA, puesto que dada la importancia de ambos acontecimientos, merecen una atención especial y por lo tanto, capítulos dedicados en exclusiva.
Recuerdo que siendo yo niño, hacia finales de la década de los 60 y principios de los años 70, ser testigo de alguna conversación que mantuvo mi padre con uno de los curas de nuestra localidad de nacimiento, en donde le manifestaba su preocupación por el hecho de que los jóvenes del pueblo, corrían peligro al trasladarse fuera del pueblo a proseguir sus estudios, puesto que dada la situación de la época, era frecuente que llegaran a ser captados por organizaciones cercanas a ETA, que había nacido en 1952, derivada de una escisión de las juventudes del PNV, con jóvenes que en alguno de los casos habían cursado estudios en alguno de los seminarios de los territorios históricos. Precisamente, en mi familia paterna `poco tiempo antes, había sucedido algo de eso con un familiar que al acudir a una orden religiosa dada su vocación, llegó a escribir una carta a sus padres en términos políticos, en lengua vasca, cuando nunca se había hablado de política en la familia, teniendo en cuenta que, en esos años, la política no era protagonista ni de la vida de las familias, ni en la sociedad, dado que el franquismo estaba en plena efervescencia. Poco tiempo después, este familiar, terminó su vocación religiosa incorporándose a la vida diaria, no sin padecer ciertas consecuencias por su paso por dicha orden.
En aquellos años, coincidentes con el Concilio Vaticano II, muchos sacerdotes vascos se dedicaron a crear cooperativas de enseñanza de carácter privado, que posteriormente germinarían en ikastolas o en escuelas de lo que hoy sería la formación profesional, para no dejar de lado la educación de la juventud vasca, que, de una u otra manera, aleccionaban en el fervor nacionalista. Esto sin duda, resultó decisivo en la configuración política de la sociedad en el momento de la reinstauración democrática, puesto que salvo en los momentos previos a la concesión del Estatuto de Autonomía, con el Consejo General Vasco, hasta que Patxi López fuera lehendakari, siempre ha gobernado en el País Vasco el Partido Nacionalista Vasco, quien además obtuvo a principios de los años 90 las competencias exclusivas en materia de enseñanza, en su gobierno de coalición con el PSE, lo que dio lugar a la hegemonía total del nacionalismo a la hora de dictar las materias de enseñanza de generaciones de niños vascos.
En este sentido, no conviene olvidar que el fundador del nacionalismo vasco, inicialmente bizkaitarrismo, Sabino Arana, propagaba en su programa una armonía entre la Iglesia y el Estado, así como una subordinación del Estado a los preceptos de la Iglesia, que se resumía en el lema» Nosotros para Euskadi y Euskadi para Dios», además del ya conocido de » Dios y la ley antigua», por el que se regiría durante varias décadas.
Por otro lado, hay que decir que no toda la Iglesia Vasca era de carácter nacionalista, puesto que no podemos olvidar la existencia de otra Iglesia vinculada a lo español y nacional, cercana generalmente hacia la ideología tradicionalista, que tenía también una gran influencia entre sectores de la población que con clara influencia navarra, fue predominante durante muchos años en tierras vascas, pero que con la desaparición del franquismo se diluyó hasta su práctica extinción, al situarse en planteamientos políticos muy cercanos al régimen.
En definitiva, con estos pequeños apuntes que pueden parecer intrascendentes pero que son necesarios para intentar entender cuál es el papel del clero vasco respecto a la sociedad, ya no queda otra que adentrarse en dos capítulos apasionantes de la historia, como son la guerra civil y el papel jugado por la Iglesia en la misma, visto desde el nacionalismo y la fundación de Eta, en donde la Iglesia de manera voluntaria o involuntaria, tuvo un protagonismo importante en el que no entraremos, pero que la historia juzgará con sosiego y perspectiva de los años.
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