«El día que Méndez de Vigo negó el adoctrinamiento en las escuelas catalanas supimos que nada iba a cambiar».
Andan todos dándole vueltas a las mensajes de Puigdemont, y es que este hombre es un filón para el periodismo. Ya lo hubiera querido Franco en esos veranos secos de noticias que siempre tenía que tirar del famoso «hambre en Moscú» para la portada de ABC. Con Puigdemont siempre hay algo que contar, y si no habla en dos días, también da lugar a que los exégetas puchimonianos interpreten su silencio. Me maravilla que ese ser con cara de casting para «dos tontos muy tontos» tenga en jaque a un gobierno y a un país, al fin y al cabo.
Aunque los que me dejan fuera de juego, a la vez que me quito el sombrero reconociendo que Puchi es un crack, son sus seguidores. Esa gente de la antaño admirada Cataluña por todo paleto que se preciase de haber viajado hasta Barcelona, que ha perdido el oremus, el seny y la dignidad detrás de un sinvergüenza que se fue a Bruselas para no pasar por la cárcel y darse la vida padre.
Los que fletan aviones (vara de mando en mano) para homenajearle cual héroe. Ya no sólo los doscientos alcaldes de Tractoria que se movían por Bruselas en grupo, pidiendo doscientos cafeses en un bar o doscientas habitaciones en un hotel, sino el propio Torrent, que fue a rendirle honores antes de darle la puñaladita de ayer. Esos tractorianos que son el máximo exponente del pagafantismo: tú disfruta líder, que nosotros corremos con los gastos, que tú vales eso y más.
De los cinco mensajes de Puigdemont, que llegarán a tener la misma trascendencia que los tres secretos de Fátima, nada puedo aportar de nuevo. Ninguna hipótesis es descartable, aunque yo apuesto siempre por la más esperpéntica y surrealista que pueda sugerir el tertuliano de turno. Pero sí tengo que decir que una de las frases -que bien se ocuparon de restregarme en Tuiter- me sorprendió. «El plan de Moncloa ha triunfado». Dando por sentado que no es algo gratuito, pero que insisto, no sé para qué quiere Puchi darla a conocer, es una sentencia triste y demoledora.
Yo sí creo que el plan de Moncloa ha triunfado. Puchi parece que queda fuera de juego, ERC dicen que se amansa un poco y supongamos que en unos meses todo ha vuelto a la normalidad. Lo que es la normalidad catalana. Todo vuelve a la situación anterior al golpe.
Si su plan ha triunfado, ha sido una victoria pírrica la de Moncloa, pero era a la que aspiraban Rajoy y Soraya. Para eso se aplicó un 155 de pega y se convocaron unas elecciones -que Ciudadanos y PSC exigían- en un espacio de tiempo que no daba lugar a cambiar nada en Cataluña.
El día que Méndez de Vigo negó el adoctrinamiento en las escuelas catalanas supimos que nada iba a cambiar. Que la ideología nacionalista intoxicadora, basada en la mentira, la manipulación y, por cierto, inyectada en la sociedad catalana con dinero de todos, no molesta al gobierno de España. Ni al actual ni a los anteriores.
Pero hay algo con lo que no ha contado Rajoy, el hombre tranquilo -que me perdone John Ford-, y es que buena parte de la sociedad española y sobre todo, la catalana, balear, valenciana, navarra y gallega ha reaccionado y no está dispuesta a seguir callada. El rodillo se acabó. Nosotros, los españoles, ya no tragamos.
Así que el que quiera ganar las elecciones deberá ponerse las pilas —y si no es por convencimiento, que sea por inteligencia— y hacer frente real al separatismo.