Y es que es mucho más fácil meterse en un quirófano que pensar, escuchar, parar y reflexionar. Nos miramos al espejo y no queremos ver el paso del tiempo, sin darnos cuenta de que nuestra mayor estupidez, nuestro gran fracaso, es no saber disfrutar lo que los años nos han dado. «…nuestra mayor estupidez, nuestro gran fracaso es no saber disfrutar lo que los años nos han dado».
Recuerdo que con veintitantos escuché: «si una mujer no es guapa con 20 años, no tiene la culpa, pero si con 40 no es bella, ha fracasado».
Quien lo dijo lógicamente no se refería a la necesidad de acumular suficientes cantidades de bótox y operaciones para corregir las imperfecciones que todos tenemos. Vivimos un mundo que nos esclaviza y obliga a aparentar juventud, vitalidad, ausencia de problemas, todo ello con la angustia permanente de apabullar al prójimo con una imagen de felicidad y éxito.