Luis Sanz Irles (@SanzIrles) ha sido uno de mis grandes descubrimientos en la red. A través de su artículo, Texto sentido, que publica los viernes en Málaga Hoy (@malagahoy_es), voy conociendo más en profundidad su forma de ver y vivir la literatura. Cada semana me sorprende con una aproximación diferente a distintos autores, libros, estilos o técnicas literarias. Es una columna absolutamente recomendable para los amantes de la literatura y para todo aquél que quiera descubrir una nueva forma de leer.
Tulipanes y Delirios, su última novela, es extraordinaria por muchos motivos, aunque lo primero que me cautivó fue el lenguaje que maneja y el estilo personalísimo del autor: descarnado, brutal, sentimental, violento, sexual, triste, cínico, irónico, divertido, amoral, nostálgico, desesperanzado y culto; plagado de matices escondidos entre palabras y expresiones llenas de intención que cada lector percibirá quizá de manera distinta.
La novela, en tan solo doscientas cuarenta y cuatro páginas, te sumerge sin darte cuenta en un mundo desconocido para la mayoría de nosotros: el mundo de la emigración, plasmado aquí en la colonia española en Amsterdam. A través de su protagonista, Eugenio Anglada, un emigrante licenciado en clásicas y superviviente aparentemente aventajado comparado con sus paisanos, o eso cree él, el autor narra la vida cotidiana de una diminuta ciudad española enclaustrada dentro de la metrópoli holandesa. Una minúscula comunidad llena de peculiares personajes, retratados a veces con desdén y desprecio por el protagonista, otras con compasión y ternura, que viven en un mundo sórdido y claustrofóbico en el que se buscan la vida como pueden; prostitución y drogas principalmente. Chuloputas, camareros, profesores, exseminaristas, prostitutas, ex aspirantes a toreros, enfermeros horticultores, ajedrecistas, curas, surinamesas exuberantes, camellos, ladrones, madames … simplemente cada retrato justifica la lectura de Tulipanes y delirios. En este ambiente, Anglada, conocido como Genio en la colonia, narra su bajada a los infiernos: «pienso en estos últimos meses de horror y despropósitos y empiezo a tener miedo de volverme loco, pero me dicen que contar lo sucedido me ayudará a sortear ese peligro». Con este punto de partida terrible y desgarrado nace una novela riquísima en todos y para todos los sentidos.
No es un texto para leer una vez, sino para repetir y así recrearse con calma en la descripción de personajes y situaciones, en muchas ocasiones imposibles y caóticas, que con el ritmo rápido de la propia novela y la curiosidad de la primera lectura se pierden. De hecho he escrito esta reseña con la prisa de compartir estas impresiones y también con la necesidad de volver a ella.
Estimado Sr. Jaumandreu y muy posible tuitero cabal, quizá la Sra. Cifuentes no puede dar la batalla ideológica porque desde que gobierna la Comunidad de Madrid su política es propia de un buen socialdemócrata. La política fiscal de la que disfrutamos, si es que fuera posible disfrutar la fiscalidad, es heredada de González y Aguirre.
El Partido Popular ha abandonado la batalla ideológica no sólo en terrenos como éste -cosa lógica ya que desde que llegó al poder subió los impuestos y ahora lo volverá a hacer- sino en todo lo referente a la política, como por ejemplo la ley de memoria de histórica y otras que no ha derogado. Simplemente no hace política. Me pregunta usted por qué. Mis supuestos contactos no me lo han dicho, pero lo achaco a la debilidad de esta derecha que se avergüenza de serlo, quizá acomplejada ante la supuesta superioridad moral de la izquierda.
Coincido con usted en que el socialismo andaluz ha fracasado y se ha convertido en un régimen clientelar. Probablemente si el PP no adoleciera de los defectos que le he citado, el PSOE no lo hubiera tenido tan fácil.
Un saludo, y muchas gracias por leerme.