…resulta chocante y muy posiblemente sintomático el silencio de tanta defensora de “la mujer”, de “las mujeres”, sobre la sistemática conculcación de sus derechos en países islámicos, de eso, ni ahora ni nunca, una palabra».
Dio en la diana Montano esta mañana en su artículo en El Español.
Pues sí, algunas mujeres somos de segunda, tercera o cuarta clase, no existimos. Tenemos que aguantar que otras hablen en nuestro nombre y se arroguen el derecho a sacarnos del mapa, o que nos digan, como hizo Julia Otero al tuitear sobre quienes disienten, citando a Simone de Beuavoir, que “el opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los oprimidos” cuando simplemente se señala que no todas pensamos igual sobre la huelga del 8 de marzo, que no somos un ente “las mujeres”, que somos individuos con opiniones diferentes, como los hombres, los españoles o los americanos, me es igual.Sólo la lectura, la simple lectura del manifiesto sobre la huelga del día 8 de marzo, debería bastar para comprobar el nivel de delirio al que estamos llegando. Bien hizo Arcadi Espada en ponerlo en Cartas a k el domingo en El Mundo. Yo creía que era una broma, pero no, era el texto exacto: un estado de la cuestión que no se sostiene, una llamada a las barricadas que provoca la risa y la indignación a partes iguales. Ahí todo junto: el capitalismo, el cambio climático, el patriarcado, la soberanía alimentaria, la perspectiva de género que debe ser transversal en todos los libros de texto, etc. Un manifiesto infumable por el fondo y la forma, porque está escrito, además, de un modo abominable. La cosa asamblearia es lo que tiene, la gramática les trae al pairo.
No comprendo cómo ese manifiesto no es la evidencia de la sinrazón de la huelga y de que sus promotoras están como cabras. Y, desde luego, que, como ha sucedido con lo de los pensionistas, es otro denodado intento más de arrimar el ascua a su sardina de quienes tienen como modelo Venezuela o Bolivia. En esos parámetros se mueven, luego habrá peones utilizados, no tengo duda de la buena voluntad de tantas.
¿Qué muchas mujeres lo están secundando? Nada nuevo bajo el sol. Miren a Cataluña y cómo el nacionalismo prendió poco a poco y durante años entre cabezas que parecían bien amuebladas con escasísimos disensos silenciados sistemáticamente. Ahora tenemos lo que tenemos precisamente por haber callado. Pues algo muy similar está pasando con esto: no existes, no estás, eres una aliada del “malvado opresor” (rellénese como corresponda: capitalismo, machismo, neoliberalismo, etc.) si no estás de acuerdo, si te parece una soberana estupidez y una manipulación.
Por eso hay que decirlo y no dejarles pasar que no son ni de broma la voz de “las mujeres”, que no nos representan a todas. No conmigo, no en mi nombre, no me representáis ni en el fondo ni en la forma. A mí sólo me represento yo, no he delegado en nadie.
Porque, además, en mi caso, ni en el diagnóstico ni en las soluciones estoy de acuerdo. No es que no esté o no me sienta discriminada –que podría ser un sólo caso, no lo he estado ni lo estoy, ni en los 80 ni ahora, ni en mi casa ni fuera de ella, no sé si es suerte o somos más-, es que objetivamente vivimos en uno de los mejores países para las mujeres por goleada, sólo hace falta darse una vuelta por el mundo, haber vivido unos cuantos años, estar en contacto, pongo por caso, con mujeres en Ucrania o en Nicaragua o en países mucho más complicados.
¿Que hay que avanzar en España? Posiblemente, pero ni por las leyes ni por las costumbres, España es ese desastre apocalíptico que pintan en el manifiesto. Y asumirlo es mentir, simple y llanamente, una mentira, muchas mentiras, no es dejar pasar una exageración sin importancia. Con una mentira, con varias mentiras, como es el caso, se labran muchos desastres, y no los tenemos tan lejos, no cabe callar ni por aburrimiento, ya sé que dan ganas.
Pero es que, además, resulta chocante y muy posiblemente sintomático el silencio de tanta defensora de “la mujer”, de “las mujeres”, sobre la sistemática conculcación de sus derechos en países islámicos, de eso, ni ahora ni nunca, una palabra. ¿Y luego hablan de solidaridad? Por favor, de lecciones sobre solidaridad nada.
Me da pena, pero es igual a los efectos de lo que importa, que personas a las que admiraba apoyen el manifiesto o la huelga. Así pasó antes, no hay nada nuevo en ese incomprensible y supuesto apoyo general (o mediático, mucho menos intelectual, etc.) a mentiras palmarias.
La historia demuestra lo que sucede cuando callamos.
#NoEnMiNombre #NoMeRepresentáis