Después del reencuentro, la convivencia resultó compleja, pero ella acabó asumiendo mi comportamiento disperso y yo logré que no ejecutase a nadie en casa. Mantuvimos la relación en secreto, incluso para Lou, debido a su oficio algo peligroso. El equilibrio duró hasta que logramos alcanzar la dicha y volví a desbaratarlo todo. El vértigo a ser feliz.
Ursula Malin vestía pantalones asustados, tenía las aurículas acrílicas y los ventrículos de muñeca. Solía cumplir años el mismo día que nació y no tenía ninguna gargantilla de perlas que le blanquease la conciencia.
Siempre vestía un abrigo chesterfield negro amueblado con dos Colt Cobra que le proporcionaban una docena de posiblidades más en el cuerpo a cuerpo. Hecho que desconocía por completo la noche que volví a verla, de otro modo no la habría tratado con tanto descaro. Por suerte, ella solo buscaba atención, antes detestaba no pasar desapercibida y ahora pasarlo, aunque entonces no supusiese un riesgo y ahora sí.
Había sido portada de Vogue hacía 20 años. En aquella época se sentía segura, poderosa, inteligente y sin embargo solo era una preadulta guapa con mucha energía potencial. Ahora se veía a sí misma dubitativa, ajada y torpe, pero en realidad era una mujer excepcional. La inflamación de ego que sufrió con la fama unida a la inexperiencia y varios sucesos empapados en sangre hicieron que la atrapase un entorno en el cual la única manera de sobrevivir era a tiro limpio.
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