CORONAVIRUS Y FÚTBOL. Por Josep Danon @DanonJosep

Se ha escrito mucho sobre la posible continuación de la Liga, pero mucho más, sobre qué efectos tendría su suspensión definitiva, especialmente para los equipos aspirantes al título y al descenso.   

Unas pequeñas reflexiones jurídicas al respecto.  

En primer lugar,  es preciso despejar las dudas respecto de qué normas resultan de aplicación y quién es, desde el punto de vista jurídico, el encargado de decidir esas cuestiones, para posteriormente analizar qué decisiones podrían tomarse y sus consecuencias jurídicas.

El artículo 188 del Reglamento de la  Real Federación Española de Fútbol (RFEF), establece muy claramente que es la RFEF la que tiene la facultad de suspender, total o parcialmente, la competición,  por razones de fuerza mayor, así como prorrogar o reducir los períodos de inscripciones, en coordinación en su caso, con la LFP (Liga de Fútbol Profesional). 

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Los desarraigados. Por Josep Danon @DanonJosep

«… si eres de Cornellá no eres catalán de los buenos, no eres “pata negra, puedes ser un sucedáneo, un apéndice molesto, pero ser catalán está reservado a los ortodoxos, a los que son “cosher”, a los que cumplen los mandamientos. Ser de Cornellá para Piqué es una tara».

En el mundo del fútbol, lo que menos debe extrañar a nadie es como cada jugador pueda celebrar sus goles o los de sus compañeros.

Se ha visto  de todo. Desde  saltos, piruetas y gestos de todo tipo,   hasta coreografías, alegorías, o escenificaciones individuales y colectivas.

No debe resultar ofensivo, por consiguiente, una explosión de alegría, una muestra de euforia, o incluso, una reivindicación de respeto. En ese contexto, pedir silencio a la grada debiera ser un gesto que, aunque nada agradable,  pasaría desapercibido en la mayoría de las ocasiones.
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De indignaciones hemipléjicas. Por @MylesBo

 

Me gusta el fútbol. Y la pasión de los partidos en el estadio. Y que gane mi equipo. Pero aún mucho más que gane mi equipo, me gusta el fútbol.

A ver si con un ejemplo lo entienden todos, incluso esos que están un poco al límite, que van rozando el palo, vamos. Si no hablas nunca de fútbol no pasa nada, no lo echaré de menos. Si hablas de fútbol y criticas las ayudas arbitrales al Barsa tanto como las del Madrid, podré pensar que te gusta e importa ese deporte, y que tu opinión es sincera.

Pero si te rasgas las vestiduras y das la brasa cada día con los penaltis injustos a favor del Barsa, y el día que le regalan uno al Madrid (o al revés, me dan igual los equipos) te callas, es que ni te gusta ni te interesa el fútbol, eres un hooligan sectario que no distingue un balón de un bocata de sardinas, y sólo opinas para vomitar esa vileza típica del resentido que en el fondo se detesta a sí mismo.

Y si me aplaudes cuando critico una astracanada del equipo que no te gusta, pero cuando me meto con la última chorrada de «los tuyos» me sales con la mamonada de que peor aún es que haya hambre en el mundo, o que tu abuela come peras pero al menos no roba, entonces es que eres tan ruin que ni tan siquiera das pena. Mucho menos la mereces.

(No sé en qué párrafo he dejado ya de hablar de fútbol).