Querida guerra civil. Por Carlos García-Mateo @barcelonerías

Instante de la profundidad. El río de palabras que arrastra la
consuetudinaria conversación. Aguas profundas, oscuras, flujo de todos los olores, pasiones, miedos, enmarañamientos históricos. Así, los españoles cuando nos ponemos estupendos, como suele decirse, en realidad nos ponemos barrocos. Cumplimos esa misión en el mundo.

Sucede en ocasiones. Entablamos conversación, el tiempo, la última película, libro o divorcio. Un ejercicio civilizado. Los minutos en que el clasicismo se deleita. Un intercambio de palabras muy antiguo, entiendo. Mas, de pronto, florece el tipo de sentencia ambiental: si continúan las cosas así, ¡la que nos espera! Traducido al barroco que no abandonamos: nosotros, nacidos reyes, y este infamante reino.

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YO ACUSO. Por @Pkdor365

Será porque cada vez me preocupa más cómo está España, o será porque veo opiniones en las redes sociales y en los medios que me deprimen profundamente, pero rescato a continuación una entrada que ya publicara hace más de diez años en un anterior blog. Lo peor de todo es que, salvo el cambio de 70 por 80 años, no he cambiado ni una coma porque la situación actual es muchísimo peor que cuando lo escribí.

Allá va:

Con evidente poca originalidad parafraseo al insigne Zola para lanzar mis graves acusaciones contra la clase política española, los que les alientan y apoyan en sus infames e irresponsables actuaciones, y los que se creen a pies juntillas las mentiras, falsedades y tergiversaciones interesadas de tantos hechos históricos y presentes.

Para entender mi relato hay que remontarse 80 años atrás. España se desgarró con la peor pesadilla que puede sufrir un país: la Guerra Civil. En ella murieron y fueron represaliados personas culpables e inocentes de ambos bandos contendientes, y en las dos partes hubo actos de humanidad y actos infames de asesinatos, tortura y represión. Como ocurre en toda guerra el bando vencedor se cebó con el vencido y nuevamente hubo represión, cárcel y muertes. Continuar leyendo «YO ACUSO. Por @Pkdor365»

Por la gracia de Sánchez. Por Antonio Jaumandreu

«En aquellos tiempos las diferencias se ventilaban de manera menos civilizada, y en nuestro país empezaron a sucederse los enfrentamientos, los asesinatos, los ajustes de cuentas, las sublevaciones, las quemas de iglesias y fábricas. Y finalmente media España se alzó contra la otra media, que a su vez previamente había intentado borrarla de la faz de la tierra».

Probablemente muchos de entre los jóvenes ignoren que Francisco Franco se consideraba “Caudillo de España por la gracia de Dios” y que así lo proclamaban las monedas acuñadas durante su largo mandato, que se extendió desde abril de 1939 a noviembre de 1975. Treinta y seis años. Algo menos de lo que lleva el PSOE gobernando ininterrumpidamente en Andalucía, por poner un ejemplo que resulte fácil de entender…

Franco fue un dictador. Empecemos por ahí. Y por aclarar que cuando el dictador murió yo tenía quince años, honi soit qui mal y pense. Su larga dictadura tuvo épocas de extrema dureza y otras más blandas, rozando un paternalismo autoritario. Una situación por otra parte propia de las dictaduras “de derechas”, de las que suele decirse que, si no te metes en política, puedes vivir razonablemente bien. Claro: ni en política, ni en moral, ni en cultura, ni… O sea: trabaja y calla y no te pasará nada.
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No, Ada, no. Por Carmen Álvarez

«Evitar el enfrentamiento dialéctico, eludir la discusión, querer salvar la cara ante los progres, nos ha salido muy caro. El imbécil, como el  niño, cuando lo dejas a su aire, se crece y se llega a creer que tiene el mando, hasta que finalmente lo tiene».

Tengo la sensación de que cada día tengo la lengua más larga y la falda más corta, como la ex de Sabina. Será la edad, será el cambio climático, será la exacerbación de los nacionalismos periféricos, será la partitocracia. Sea lo que sea, puedo asegurar que el nuevo feminismo no ha tenido nada que ver en esta liberación particular. La cuestión es que cada vez me importa menos decir lo que pienso; y voy más allá, me parece hasta necesario y liberador hacerlo.

En cuanto a la falda corta, es más una expresión que otra cosa, pero también una actitud. Siempre la he llevado corta y la seguiré llevando mientras las piernas lo permitan.

Lo que antes decía con cierto pudor, todo aquello que por ser contracorriente callaba o reducía en intensidad expresiva, como un dejando caer mi rareza, ahora lo digo sin ningún complejo.

Siendo cierto que la edad ayuda a ver la vida de otra manera y que la autoestima se refuerza, hay algo más que me impele, me impulsa, me empuja a decir cada día con más vehemencia y convencimiento lo que pienso acerca de lo que me rodea.
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