Después de cinco años y unos últimos meses devastadores para cualquiera que tenga un mínimo de sentido común, parece que estos últimos días empezamos -los del sentido común- a levantar cabeza. La mayoría silenciada en Cataluña está rompiendo su silencio de forma espontánea, sin nadie que la lidere más que el hartazgo, el asco y el sentimiento más fuerte que el miedo de no dejarse doblegar.
De pronto, al independentismo chuleta y descarado, al Pepito piscinas de la política, al macarra de barrio, las cosas le están viniendo mal dadas. No sólo por el despertar de la mitad de la sociedad de la catalana sino porque las grandes empresas y los principales bancos han decidido no esperar ni media tontería más y cogen los trastos y se van. Si hay un indicador de la fe en un proyecto es el dinero. Y ha quedado más que demostrado que el dinero no cree en la República Independiente Feminista Bolivariana Catalana y de todos los Santos. Pero esto no creo que afecte demasiado al fanático de la calle. Es más, el separatista pata negra se vendrá arriba y arengará a las masas aludiendo a su superioridad: «no se van, los echamos». La prueba está en sus primos de Compromís en Valencia que han dicho que no los quieren allí. La ideología y la patria por delante. Así cavilan. Continuar leyendo «No hay nada ganado. Por Carmen Álvarez»