Monumento al macho alfa. VuELve. Adanismo en estado puro. Él es la esencia podemita, y sólo él. Irene ha quedado como telonera.
«Quita, gordi», «déjame a mí, cari» o «aparta bonita, que ya llego yo», debió de ser más o menos lo que Pablo Iglesias le dijo a Irene cuando acabó la baja de paternidad autoimpuesta para ejemplo de todo macho ibérico que por la piel de toro -espero que nadie se sienta ofendido por decir «toro»- se mueve.
Ahora es fácil entender el mal carácter que Irene se gasta en el Congreso o cuando tiene un micrófono delante; esos chillidos, esa cara desencajada, esa arruga de expresión en el entrecejo, esa mala leche sólo se incuba en casa. No voy a entenderlo yo. Todas aquellas que en algún momento de nuestra vida hemos sufrido el «déjame a mí, bonita» -con su implícito que «tú no sabes»- envuelto en un tono aparentemente cariñoso y condescendiente, sabemos que pone de peor humor que unos cuernos una noche de farra.
Me creerán exagerada, pero ese machismo del feminista militante que luego va de aliado, saca de quicio.
Sí, Pablito se ha lucido. Comentaba el ínclito el otro día sin sonrojo que las encuestas que tan mal resultado le dan, se habían realizado «antes de volver yo». Monumento al macho alfa. VuELve. Adanismo en estado puro. Él es la esencia podemita, y sólo él. Irene ha quedado como telonera.
Además, viene en mejor forma que nunca, porque «limpiar culos» -bonito resumen de la paternidad full time– proporciona una preparación intelectual, una madurez ideológica, una comprensión de los problemas de la gente que, lamentablemente, su paso por la universidad no le dio. Otra cosa es que deseemos que no tenga oportunidad de demostrarlo.
En fin, Irene, valga este breve comentario para expresarte mi sororidad -que no sé exactamente qué es- y decirte que un hombre así no te conviene. No tanto porque no tenga razón, que eso ya lo veremos en las encuestas y en las elecciones, sino porque no hay nada peor que ir de guayfeministaaliado por la vida y resultar un vulgar machista en el fondo y en las formas. No existe nada más despectivo que el machismo condescendiente. Porque a un hombre que te prohíbe algo lo mandas a por tabaco y cambias la cerradura, pero ese hombre que predica urbi et orbe las bondades del feminismo y se limita a cambiar el nombre al partido, poniéndole ¡Unidas Podemos!, no sólo es machista sino algo peor, un cursi irredento.
En esta vida, queridaIrenehazmecaso, se puede y se debe perdonar casi todo, pero la cursilería y la necedad, nunca.
P.D. Quedo a la espera de que alguna jovencita me diga que no sé nada de machismo.