LA VERDAD SOBRE SOR ANGELINA (O EL DESCONOCIDO CASO DE LAS FALSIFICACIONES DE SIJENA). Por Josep Danon @DanonJosep

Según el Digesto (Lex III), el error común hace Ley, lo que, traducido a palabras más mundanas, significa que una mentira si es repetida por todo el mundo acaba convirtiéndose en verdad comúnmente aceptada.

En mi artículo (1) del pasado 17 de diciembre en el que explicaba los pormenores del litigio referentes a las obras de arte del Real Monasterio de Sijena, afirmé que Sor Angelina, Priora del Monasterio, firmó, con ocasión de su traslado a Valldoreix junto con otras cuatro monjas, los contratos privados mediante los que tanto la Generalitat como el MNAC adquirieron la propiedad de los bienes objeto de la disputa judicial.
Esta es la conclusión que parecía extraerse de la lectura de los Fundamentos Jurídicos de la sentencia de la Audiencia Provincial de Huesca que pude consultar, y en la que simplemente se hace un breve resumen del contenido de la sentencia recurrida, dictada en este caso por el Juzgado de Primera instancia número 1 de Huesca.

Sin embargo, esa conclusión es errónea, fundamentalmente por la revelación de un dato irrefutable que ha llegado a mi conocimiento en el transcurso de estos últimos días: Sor Angelina (Angelita, en realidad) murió el 26 de junio de 1974. Por consiguiente, es imposible que hubiera podido firmar ninguno de los contratos privados de compraventa, suscritos en los años 1983, 1992, y 1994.

La identidad de la concreta persona firmante de los documentos de venta no tendría mayor relevancia teniendo en cuenta las restantes explicaciones jurídicas que ofrezco en mi artículo, si no fuera porque, como señala Henry-Frédéric Hamiel en su “Fragments d’ un Journal Intime”, un error es tanto más peligroso cuanto mayor cantidad de verdad contenga, y no ponerlo al descubierto implicaría, como se verá más adelante, no solamente una injusticia con la memoria de una persona que consagró toda su vida a la defensa del patrimonio del Monasterio de Sijena, si no en mayor medida, la ocultación de una vulgar trama de engaño.

Para la documentación de este artículo ha sido decisiva la ayuda que me ha prestado mi compañero Letrado Don Miguel Angel Opí Torres, sobrino de Sor Angelina, y buen conocedor de la vida de su tía, quien, nada más leer mi anterior artículo, se puso en contacto conmigo, facilitándome información muy relevante que, una vez verificada, me ha permitido tirar de la madeja de otros muchos datos existentes sobre la vida de su tía que me permiten afirmar, sin titubeo alguno, que lo que se describe a continuación es reflejo auténtico de la realidad.

Sor Angelita Eulalia María de los Ángeles (doble bautismo angélico que hace que se la conozca también como Sor Angelina) Opi Colay nació el 12 de febrero de 1906 en La-Luenga, pequeña localidad Oscense de apenas 252 habitantes. Tercera hija de los cuatro vástagos de Don Marcos Opi Morcate y de Doña Antonia Colay Palacio, se crió en un ambiente familiar acomodado, de noble y blasonado abolengo. Cursó estudios en el Colegio San Vicente de Paúl de Barbastro, ingresando muy joven en el noviciado de Madrid, del que tuvo que salir con 19 años por motivos de salud.

Una vez repuesta de su enfermedad, enseñó catecismo en La-Luenga y actuó de celadora en la Iglesia parroquial, sustituyendo al párroco en muchas de sus actividades durante sus largas ausencias.

Ya en edad madura, ingresó, dotada, en la Orden de San Juan de Jerusalén del Real y Nobilísimo Monasterio de Sijena. La dote implicaba un mayor rango en la Orden, convirtiéndose casi de inmediato en muy allegada de la por entonces Priora, la Madre Presentación Ibars, motivo por el cual, a la muerte de ésta, fue elegida por votación unánime de sus hermanas, Muy Ilustre Priora.

Todas las referencias que tengo de Sor Angelita coinciden en su enorme vitalidad, dinamismo y en su sorprendente carácter abierto y conciliador. Ese dinamismo le llevó a visitar y conocer los restantes monasterios de la Orden de San Juan de Jerusalén, hasta lograr constituir una Federación de Monasterios en la que el de Sijena obtuvo su primacía.

Nos hallamos, pues, ante una persona abierta, incansable, orgullosa de sus orígenes, y, por encima de todo, defensora de la importancia capital del Monasterio de Sijena como núcleo y germen históricos de la Orden de San Juan de Jerusalén.
Una personalidad de estas características no encaja, evidentemente, en el perfil de alguien que posteriormente decida deshacerse de forma definitiva y a cambio de unas monedas de plata, de los más preciados tesoros del Monasterio para el que tanto ha luchado.

Pues bien, como ya indiqué en mi anterior artículo (1), en el año 1970 se planteó la imperiosa necesidad de llevar a cabo unas obras de reconstrucción del Monasterio de Sijena que afectaban decisivamente a la casa residencia, que no reunía condiciones mínimas de salubridad y habitabilidad.

Algunos bienes artísticos fueron depositados por Sor Angelita en el Museo Diocesano de Lleida mediante documento citado por el Juzgado de Primera Instancia número 1 de Huesca, y del que carezco de copia, y otros fueron custodiados personalmente por Sor Angelita, que los llevó consigo al Convento Sanjuanista situado en la calle Zaragoza esquina Sanjuanistas de la ciudad de Barcelona, a donde se trasladó con otras tres hermanas.

Posteriormente, en fecha 10 de abril de 1972, Sor Angelita, actuando con el objetivo de preservar en las mejores condiciones posibles los bienes artísticos que custodia, decide entregarlos EN DEPÓSITO a la Junta de Museos de Barcelona, firmando un documento decisivo, que adjunto para que todos los lectores pueden extraer sus propias conclusiones.

De la lectura de dicho documento, se deducen tres aspectos decisivos:

1º.- Los bienes objeto de depósito son registrados bajo los números de inventario 114001 a 114116, lo que acredita que el depósito tan sólo afectaba a 17 obras de arte. Las obras no relacionadas, pues, son las que fueron depositadas en el Museo Diocesano de Lleida.

2º.- El contenido del contrato de depósito establece una obligación bien clara para el depositario: “tenerlos en toda ocasión a plena y libre disposición de la Sra. Priora de Sijena, quien en cualquier momento podrá retirarlos en todo o en parte mediante aviso verbal y firma de los documentos complementarios…”.

3º.- El último y más importante elemento de dicho contrato, es la firma de nuestra querida Angelita, que ruego examinen y no pierdan de vista. No hace falta ser un experto calígrafo para comprobar que dicha firma tiene unos rasgos característicos muy fáciles de definir: la cuadratura de su Letra A mayúscula, la base puntiaguda de su letra G, y en general la angulosidad de sus trazos. La P mayúscula de “Priora” es simple, careciendo de arabesco. La rúbrica de la firma no interfiere con ninguna de sus letras, y se separa de su nombre formando un doble trazo cerrado en ángulo curvo ligeramente obtuso.

 

DOCUMENTO OFICIAL CON FIRMA LEGÍTIMA
Documento con firma auténtica

 

Debo hacer aquí un paréntesis, para incidir en el hecho de que el depósito es, en cualquier caso, desde el puto de vista jurídico, como señala el artículo 1.758 del Código Civil, el acto o contrato por el cual «uno recibe la cosa ajena con la obligación de guardarla y de restituirla».

Un depósito no es, pues, ni una venta, ni un préstamo, ni nada que genere otra obligación en el depositario que la conservación en perfecto estado de lo entregado, y su devolución en cuanto el depositante le requiera para ello. Incumplir dicha obligación puede suponer un delito de apropiación indebida tipificado en el artículo 253 del Código Penal.

Así pues, en virtud de dichos depósitos, ni la Generalitat de Cataluña ni el Museo Diocesano de Lleida en modo alguno hubieran podido justificar la propiedad de los bienes objeto de disputa. Por ello, fue necesario obtener su adquisición mediante los contratos privados de compraventa de 1983, 1992 y 1994 a los que me referí en mi primer artículo, y que, obviamente, no pudieron ser firmados por Sor Angelita, puesto que había fallecido en el año 1974.

¿Quién firmó pues dichos documentos y en virtud de qué título jurídico?
La respuesta es muy sencilla: los firmó la priora de Valldoreix, a la muerte de Sor Angelita, y basándose en el siguiente documento:

 

DOCUMENTO CON FIRMA FALSIFICADA
Documento con firma falsificada

 

A la vista de este documento hay algunas cosas que llaman la atención de cualquier persona, por muy profana que sea en estos menesteres:

1º.- Que la firma que se atribuye a Doña Angelita Opí, no se parece absolutamente en nada a la que consta en el documento anterior. Existen diferencias clarísimas de grafismo, trazo, inclinación, así como en la configuración de las letras capitales: la A mayúscula es redonda y tiene un “rabito” inferior que se retuerce hacia arriba, mientras que en el documento de 1972 el “rabito” no existe; La P mayúscula de la palabra “Priora” tiene un arabesco en su inicio, mientras que en el de documento de 1972 la P es completamente plana; la rúbrica es redonda y contamina la palabra “Priora”, mientras que en el documento de 1972, la rúbrica se halla claramente separada de la palabra “priora” y su vuelta es prácticamente obtusa.

2º.- Que existe una gran similitud entre los grafismos y trazos de todas las firmas del documento, como si hubieran sido realizadas por la misma persona, a excepción de la de Josefina Avellanas.

3º.- Que el documento, que contiene muchos errores de tipografía impropios de personas meticulosas y sin ninguna prisa como son las Monjas contemplativas, pone de manifiesto otros importantes elementos que permiten sostener su falta de autenticidad:

a) Las firmantes justifican la cesión no solo de las obras de arte si no también, incluso, de los bienes inmuebles del Monasterio, en el hecho de que eran personas “enfermas y mayores”. Sin embargo, Doña Angelita en 1971 tenía 65 años, y por consiguiente, no era realmente “mayor” como se pretendía hacer creer, ni en aquellos momentos se hallaba enferma.
b) Señala asimismo el documento, que las firmantes carecen de posibilidad alguna de volver a Sigena. Sin embargo, el cronista del Monasterio de Sijena Juan Manuel Palacios Sánchez, relata en su obra “Las prioras del Real y Nobilísimo Monasterio de Sijena desde 1930 hasta 1974” que la intención de las monjas de Sijena fue siempre de regresar al Monasterio y que, de hecho, todas las monjas desplazadas a Barcelona regresaron a Sijena al finalizar las obras de remodelación a excepción de tres: Sor Angelita, que falleció en Barcelona, Sor Encarnación Lorenzo Arias y Sor María Doz Eri, tres de las firmantes del documento. Josefina Avellanas se incorporó al Monasterio de Valldoreix en el año 1980.

4º.- Que no tiene absolutamente ningún sentido que, si la Orden Sanjuanista de Barcelona obtuvo la titularidad de todos los bienes (muebles e inmuebles) del Monasterio de Sigena en el año 1971, fuera Sor Angelita y no la priora de dicha Orden, en su condición de supuesta nueva titular de los mismos, la que suscribiera el documento de depósito de 10 de abril de 1972.

Por consiguiente, podemos afirmar con toda seguridad, que el documento de fecha 21 de abril de 1971 en base al cual la Generalitat de Cataluña justificó la legitimidad de la priora de Valldoreix para poder suscribir los documentos de venta de 1983, 1992 y 1994 es absoluta y rotundamente FALSO.

Eso no quiere decir necesariamente que la Generalitat conociera la falsedad del documento, que tuvo que ser supuestamente manipulado por la Priora de Valldoreix aprovechando papel de carta antiguo, y el hecho que todas las supuestas firmantes del mismo habían fallecido al tiempo de consumarse la falsificación.

El móvil es obvio: costear la construcción del nuevo monasterio dejó a la Orden en una muy precaria situación económica, y ¿qué podría importarle más a la difunta Sor Angelina que la supervivencia de sus Hermanas?

Ni el Juzgado de Huesca ni posteriormente la Audiencia Provincial se han visto obligados a valorar la autenticidad de dicho documento, porque para concluir que las ventas eran contrarias a Derecho no era en absoluto necesario profundizar en ese extremo, como de hecho ya expuse en mi primer artículo.

No ha sido posible localizar a ninguna de las protagonistas de esta triste historia de falsificaciones y suplantaciones, porque todas las intervinientes han fallecido. El Convento de Valldoreix, finalmente inaugurado el 23 de mayo de 1976 (dos años después de la muerte del Sor Angelita), es actualmente el Museo Diocesano del Obispado de Terrassa. Cualquier persona que tenga interés en visitarlo, lo encontrará en la calle Sanjuanistas número 2 de Valldoreix, a escasos cien metros de la estación de Ferrocarriles de la Generalitat de Cataluña de dicha localidad catalana.

Espero este pequeño trabajo pueda contribuir a hacer desvanecer cualquier atisbo de duda sobre la impoluta memoria de Sor Angelita, y que nada ni nadie puedan perturbar en adelante su descanso celestial.

POST DATA: no existe error en la deliberada utilización alternativa de la J o la G para la denominación de Sijena. La correcta ortografía del nombre requiere de la letra J como lo acredita el nombre plasmado en el membrete del papel de carta en el que han sido redactados los documentos adjuntos, si bien, en Cataluña, por motivos lingüísticos, se ha adulterado la ortografía originaria sustituyendo la letra j por la g, e incluso, últimamente, por la letra x, como he podido comprobar en algún medio de reconocida tendencia nacionalista. Pero eso ya es otra historia, a desarrollar quizás en un tercer artículo.

(1) https://carmenalvarezvela.wordpress.com/2017/12/12/sor-angelina-valldoreix-y-el-enredo-de-sijena-por-josep-danon-danonjosep/

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Autor: carmenalvarezvela

Abrí este blog para hablar de España y conforme ha pasado el tiempo, algunos amigos mucho más cualificados que yo colaboran para expresar nuestra común preocupación por los males que nos aquejan como nación. Otros participan escribiendo sobre música, cine, literatura, historia ... Debería cambiar el nombre del blog, "No me resigno", como mínimo por "No nos resignamos", ya veremos. Mi amigo Emmanuel M. Alcocer me dijo una vez que el peor error es el error de perderlo todo por no haber hecho nada. Pues ahí estamos, intentando hacer algo.

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